miércoles, 6 de abril de 2022

LA RECTORAL DE LOS POMOS VERDES

     

     Esta casa rectoral apareció a nuestro paso por sorpresa, en una salida hace más de 7 años. Me pareció que, aunque no sea de los abandonos mejor conservados, sí contiene algunos detalles de su historia que me apetecía sacar del cajón.

     Una residencia del clero en la que predominaban los colores verdes. Los llamativos pomos de las cajoneras que recordaban toscas esmeraldas, me dieron el nombre de este reportaje.

 





Pasillos verdes...







Más detalles verdes, como los curiosos pomos de los cajones.





Objetos utilizados durante el culto en la iglesia, micrófono, velas, atril...



     Nos encontramos la cocina donde lo primero que llama la atención es una curiosa remodelación de la antigua estructura, donde parece que quisieron disimular una columna de piedra, emparedándola tras un tabique. ¡Me gustaba más la columna!



Aquí vemos  a la derecha otra vez la columna.



La otra mitad de la columna formando parte de la antigua "lareira" con el tabique de ladrillo.





El aseo con sus jaboneras y hasta el rollo de papel higiénico.







El suelo destrozado deja entrever el sótano.



Las escaleras al sótano, bodega.


Y el mismo hueco visto desde allí. Incluso los techos eran verdes.





     Y ocultas tras una puerta (ya desaparecida), encontramos las escaleras que llevan al desván totalmente diáfano sin nada reseñable.




     Al salir de la casa, al lado de la carretera, encontramos otra casita mucho más pequeña, aparentemente sin nada que ver con la rectoral, en la que entramos igualmente porque donde hay ruinas, allá vamos... y a veces vale la pena por anécdotas como la siguiente. Apareció en una de las habitaciones bajo un destrozado baúl o banco, ya ni se reconocía, ¡¡un alijo de orujo!! en botellas de ginebra, detalle que nos sacó una sonrisa como despedida a esta aventura.







lunes, 20 de julio de 2020

ALDEA ABANDONADA I


       

      En esta ocasión visitamos una aldea semiabandonada, donde algunas casas estaban cubiertas de maleza y otras habitadas, una estampa extraña... Estas fotos son de hace más de 4 años, ignoro como se encuentra ahora mismo el lugar. 
      Lo más interesante de esta visita fue un pequeño bar y una de las casas en bastante buen estado, aunque para mi, todas merecían su momento. Las ruinas me resultan conmovedoras y escalofriantes a partes iguales, por ello todas las fotos corresponden a alguna de esas sensaciones vividas allí...




El bar












 




     Atravesando esa puerta del fondo, una casa con una preciosa escalera en  la fachada principal con su barandilla metálica.



Me gusta hacer algunas imágenes anaglifas que me devuelven al lugar...



Seguimos recorriendo la aldea y colándonos donde se puede...



En esta no se puede 😣



Algunas fechas en los portales nos hablan de la época de la mayoría de estas construcciones.



Otras casas con mejores y peores accesos; y en mejor y peor estado.
































La casa que guardaba los mejores detalles...




































       Una de tantas aldeas en lento proceso de abandono total.

     Quizás en tiempos de pandemia se empiece a valorar más el rural, donde yo tengo la inmensa fortuna de vivir, donde tu vida resulta algo más fácil de llevar rodead@ de naturaleza y pudiendo escapar de los espacios concurridos.
     Se agradece el interés en recuperar estas zonas; se agradece la visita de la gente que viene de turista a los pueblos y deja algo de dinerillo en sus negocios; se agradece el respeto durante esas visitas a los propios vecinos, DUEÑOS DEL LUGAR, y a su entorno, ríos, montes, cualquier ruta de senderismo cuyo mantenimiento sale de los fondos de pequeños ayuntamientos... Si esta tu filosofía serás bienvenido.

     Pero si tu visita consiste en escapar de tu celda de hormigón, en alterar la vida de los demás (diciéndoles, por ejemplo, cuánto te molesta el canto de sus gallos... 😤😒), en dejar tu basura de camino como si todo el pueblo fuera un contenedor de compostaje para ti, en creer que en estos espacios no debes cumplir las normas, sean sanitarias o simplemente cívicas, no sólo no serás bien recibido, sino que serás un forastero que no querremos aquí y te lo haremos saber. 
      Vive y deja vivir...

      Y después de quedarme tan a gusto, os agradezco, una vez más, haber seguido el reportaje.