Esta es una casita típica del rural gallego, desconozco su
historia y no sé nada de quien la habitó, pero por la estética en el momento
del abandono deduzco que es de los años 40
o 50. Tenía luz eléctrica, sin embargo no hay rastro de tuberías ni desagües de
ningún tipo, por lo que no creo que tuviese agua corriente, no tiene mucha
lógica pero es lo que nos dicen sus ruinas. Constaba de una cocina, dos
dormitorios, un cuarto de baño y otra habitación que pudo ser una sala pequeña
u otro dormitorio, pero no contiene detalles que nos den más pistas. Sin más,
os dejo con las fotos de este humilde y entrañable hogar de una pequeña aldea
gallega…
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Entrando nos encontramos las cuadras |
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Escaleras de acceso |
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Las paredes exteriores estaban decoradas con conchas de vieira |
Un precioso recibidor nos da la bienvenida
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Cocina de leña, todavía hoy presente en las casas de las aldeas |
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Antiguo librito que incluía todas las asignaturas y hasta lecciones de comportamiento
¡a ver que niño cumpliría estas!
En una de las páginas había una carta escrita a mano con fecha de marzo de 1945, aunque por las lecciones de geografía e historia se deduce que es anterior a la guerra civil.
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Frascos de medicamentos antiguos de cristal (industrias farmacéuticas Puerto Galiano) |
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En el techo de la cocina había una trampilla para acceder al desván, como el techo no era suficientemente resistente para subir, optamos por asomar la cámara... |
Nada por aquí...
Nada por allá...
¡¡¡¡¡ Dos baúles!!!!!
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Nos quedamos con las ganas de saber que habría dentro... |
Al lado de la cocina había un dormitorio pequeño
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La malla del somier era metálica, muy fina y se deshacía al tocarla
Había cubiertos por el suelo del cuarto
En la otra habitación...
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Había ropa tirada por todas partes, algun/a idiota que no tenia nada mejor que hacer...
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El techo era de un precioso color azul, igual que la puerta y las ventanas... |
Esta puerta a la derecha era el cuarto de baño, estaba destrozado, solo se reconocía por el orinal
No sé nada de la historia de este lugar, pero las sensaciones que te evoca cada estancia parecen estar gritando su pasado... Lo que dicen estas paredes es que este hogar perteneció a una pequeña familia hace muchos años, que poco a poco han ido desapareciendo todos y la última persona que vivió o murió allí se preocupó de dejar su casita ordenada, con sus tazas y objetos en las estanterías, los cubiertos en su cajón, el libro quizá en la mesilla de noche, su cama hecha y su ropa cuidadosamente colocada en el baúl de la entrada... (sé que sois como yo y os estabais preguntando qué había dentro ¿verdad? pues había algunas prendas de ropa, por eso imagino que toda estaba guardada allí), pero algún desalmado encontró placer en tirar esa ropa y mantas por toda la casa, los cubiertos y loza por todas partes y destrozar el que podría haber sido un precioso aseo de principios de siglo, de los que funcionaban con barreños y paciencia... Este es mi homenaje a un espacio que me ha hecho imaginar felices reuniones alrededor de la cocina de leña, cuentos de miedo en las duras noches del invierno gallego y también sensaciones tristes de la soledad de su último habitante... ¿Habrá sido así?